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El mas mínimo gesto puede crear la felicidad más grande...

12 de noviembre de 2010

El destino.

Una tarde de invierno, como cualquier otra. Andaba por la acera mirando hacia el suelo, contemplando como pisaba las hojas caídas de los árboles mientras de fondo escuchaba las risas de mis amigas. Sonreí para mis adentros, me encantaba escucharlas, saber que están a mi lado. De repente, una de ellas tuvo la idea de ir a algún sitio para refugiarnos del frío y tomar algo.
Caminábamos tranquilas, sin prisas. Teníamos toda la tarde para nosotras. Entramos en un sitio que parecía estar bien. Me senté en un sofá, cerca de una pequeña sala de juegos que había justo al lado. Y de repente, lo vi.
Sí... Era él, no tenia ninguna duda. Él estaba allí. Jugando con sus amigos y compartiendo risas con ellos.
Me quedé paralizada. No sabía que hacer.
Qué caprichoso es el destino... Pensé. Nos ha unido justo aquí... Como si no hubiera más sitios.
De pronto, me miró. Le miré, y ambos compartimos una sonrisa.
Sentí un escalofrío por el cuerpo, un cosquilleo. Esa cosa que te entra cuando ves a alguien que es algo especial... Sentía la necesidad de estar con él.
Iba pasando la tarde y poco a poco me empecé a dar cuenta de que no me quitaba la mirada de encima. ¿Era impresión mía o es cierto? La verdad, no sabía que pensar. Hasta que una de mis amigas me lo confirmó.
Pasó la tarde tan deprisa... Justo cuando me iba a ir, escuché mi nombre por detrás. Su voz...
Me giré, y él estaba ahí, a unos centímetros de mí. Me quedé congelada en ese sitio.
- Tenemos que hablar. - Me dijo.
- ¿De qué? - Pregunté, nerviosa. Aunque creía que no se me notaba.
- De nosotros.
- Qué... quieres decir de nosotros?.
- Sé que sientes algo por mí.
En ese momento no sabía que decir. No me salían las palabras de mi boca. Mi voz estaba entrecortada. Suspiré y decidí hablar.
- Que... Quién te... Te ha dicho eso... - No podía dejar de tartamudear.
- Tu mirada. - Me sonrió.
...
Cuando se dio cuenta de que no me atrevía a hablar, me cogió de las manos y siguió hablando.
- Y... Aunque no lo parezca, me gustas. Me gustas mucho... .- Sostenía la mirada fija en la mía.
...
- ¿Por qué me has tenido tanto tiempo esperando?.- Pregunté, con lágrimas en los ojos.
- Porque quería asegurarme de que tú sentías lo mismo por mí. De que esto es verdadero, que este sentimiento me está volviendo loco...
Nos miramos. Y de repente, pasó.
Sus labios rozaron los míos, suavemente. Me perdí en sus besos, en sus brazos. Hasta no saber donde estaba ni qué hora era.
Me perdí en su amor, en su cariño, en su olor.
En ese momento desearía que el tiempo se parase, que estuviéramos él y yo, y nadie más... Pero, por desgracia, esto es la vida real.
Ese momento jamás lo olvidaré, siempre recordaré ese día en el que mis amigas decidieron ir a aquel sitio donde nos dimos ese beso.
Tal vez, estaba destinada a estar allí. Tal vez, mis amigas son las guías de mi destino.

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