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El mas mínimo gesto puede crear la felicidad más grande...

23 de febrero de 2012

La lluvia, otro punto de vista.

La lluvia no cesa, aunque la tormenta desapareció dejando así pequeños rayos de luz que atisban un poco de esperanza y optimismo. Aún así, sigue lloviendo. Las gotas caen y resbalan por la ventana, ingenuas de lo que pueda pasar al otro lado del cristal. En cierta parte, parecen divertidas porque caen hacia abajo como una carrera. Cuando llegan abajo, desaparecen.
El sonido de la lluvia calma, pero igual la lluvia me deja triste, taciturna. Me deja un vacío en mi interior, aparecen unas punzadas en el pecho, como si quisieran atravesarlo. Duele. Internamente me siento frágil, como una muñeca de porcelana que a la mínima puede romperse o hacerle un rasguño, solo que esos rasguños los siento en mi interior.
Relámpagos suenan, la tormenta a veces llega. Vuelve y se va. Pienso que algún día amainará y este mal tiempo acabará pronto. Sé que todo lo bueno siempre llega, y la lluvia quizá se convierta en lluvia de colores, en vez de una gris y triste.
Soy una mujer. Pero, a pesar de todo, seguiré siendo esa chica con la pizca de optimismo que nunca me falta. La esperanza es algo que hay que esperarla con mucha paciencia, siendo así, llegará el momento en el que todo habrá pasado. Y solo se recordará como una mala pesadilla.
La lluvia de la que hablo no es la que cae del cielo, ni tampoco es de la madre naturaleza. Cae de mi interior y llega a mi corazón, dejándolo dolorido pero aún así esperando a que los pocos rayos de luz curen esas heridas que un día dejaron, y que espero dejarlas en un mal recuerdo.